lunes, 28 de febrero de 2011

Crónica del primer día de clases.

Hola amigos! Hoy empezaron las clases y me vino a la memoria mi primer día de clases. Mi primer día en la escuela primaria. Primer grado. La escuela quedaba a cuatro cuadras de mi casa. La escuela Nº14 de Luján "Bme. Mitre". Era grandísima para mis ojos de niña! En la puerta todavía conserva un retoño del pino de San Lorenzo (el de la batalla) Eramos muuuchos niños y tenían que sortear la división para los de primerito. Me acuerdo que me llevó mi mamá. La misma había planchado cada tablita de ese guardapolvito blanco, me había comprado una valija de cuero para meter mis útiles. Recuerden en los ochenta no habia mochilas con carritos y menos con "las princesas" en rosa. Una cartuchera completa, todo con mi nombre. Me había hecho una colita en el pelo taaan tirante que parecía una chinita de como se me estiraban los ojos. También nos acompañaba mi abuela materna con su eterno rojo carmín en los labios. Recuerdo que nos hicieron hacer largas y anchas filas de niñitos, algunos más llorando que otros. Todos desconcertados ante el evento. Una maestra con el micrófono iba cantanto, a manera de lotería nacional, los apellidos de los que pertenecian a una división y a otra. No recuerdo puntualmente, pero seguro cuando llegó mi apellido se quedó un rato tratando de decifrar como se pronunciaba y tal como me pasa hoy día, habrá tirado varias alternativas a la vez hasta que decidió decir "Daniela M". Mi mamá levantó la mano y me llevó hasta el salón que tenía el cartel con mi división y el nombre de mi señorita. Me senté. Acomodé mis petates mientras veía a mi abuela y mi madre asomar las cabezas cuan avestruz por el dintel de la puerta. Por suerte en esa época no había cámaras fotográficas digitales, esas por las cuales se meten en medio de todo acto para sacar diez fotos por segundo.
El recuerdo más feo de primer grado es cuando tuve que aprender a escribir mi nombre. La seño nos había confeccionado un tipo de señalador en papel blanco con una palomita en un extremo y con prolija imprenta mayúscula había escrito mis dos nombres y mi apellido, todos un tanto largos. La consigna era compiar después del "hoy es día..." mi nombre dos veces. Eso no era nada si pensamos que me tenía que entrar todo lo que decía el señalador en un renglón. Pensemos una nena de seis años que no escribía más que cuatro o cinco palabras, ya que en esa época no enseñaban a escribir en el preescolar, con su inmadura motricidad fina tratando de meter tantas letras en un diminuto renglón. ¿¡A quién se le ocurre!? Para colmo de males, si no lo hacía no podía salir al recreo. Pasé varios dias sin primer recreo gracias a ello. Un día volví a mi casa enojada con mi mamá porque "me puso" este apellido. A lo cual mi madre me respondió: "es culpa de tu papá"...Y ...si...Que le voy a hacer. Por eso ahora hago el chiste de que para pasar a la categoría de amigos míos tienen que saber escribir mi apellido sin errores y en un solo renglón ,obvio.
Hasta la próxima...Daniela.