martes, 31 de mayo de 2011

Perlitas de mi nuevo barrio

Hola , amigos!
hoy les voy a relatar unas perlitas, unos relatos cortitos, escenas de mi nuevo barrio. Entrando al edificio, no puedo dejar de presentarles a los porteros. OH, perdón, mejor dicho "encargados". Parece que se ofenden con el título de portero, pero en su puerta reza "portería" ¿entonces? Bueno, allí se encuentran Esteban y Carlos, su hijo. Esteban es un señor grande , un tanto serio, para no decir viejo amargo (esto le queda mejor). Fuma mucho, lleva anteojos, camisa a cuadros SIEMPRE y , según una teoría que tiene Rodrigo, lleva algún negocio non santo con los de la pizzería de abajo. Los chicos del delivery tienen llave del edificio! Eso no sería nada si no supieramos que los de la pizzería arman un grupete que se dedica a fumar hierbas ilegales, tomar cerveza de a galones y son seguidores de "la banda del tano". Igual yo creo que son inofensivos, pero hay que estar atentos y por lo pronto la pizza de ahi no la consumimos porque, a mi entender, la amasan con el "sobaco" como dice mi abuela.
Después está el ayudante de encargado, el hijo de Esteban, Carlos. "Carlos , como Gardel" se me presentó el primer día que fui. Ante mi mirada de desconcierto pués no le encontraba el parecido. Ni alto, ni morocho ni zorzal criollo. Para sacarme de la duda, me sigue aportando, Carlos gardel, como el del tango. A lo que le contesto amablemente, si si. Para finalizar, "Carlos Gardel" me dice: y Uruguayo, igual que Carlos. Pero al segundo se retracto, dijo que Gardel era Argentino. Asi es que, desde ese preciso momento, el ayudante de portería del edificio para mi, es "carlos gardel". Es más simpático que el padre, es petiso y regordete, se peina al costado y con gel (Gardel le daba a la gomina) siempre de jeans y camisa azul. Se chusmea todo. Te avisa si te pusieron el cable, a quien le pierde agua, quien está sin luz, discute sobre el "gran DT" de clarín, sobre canarios "fallados" con las viejitas...En fin..."Carlos Gardel" es todo un personaje, pero de cantar tangos, ni una corchea.
Un Sábado me propuse conocer la peluquería de mi cuadra. La atiende un señor que se parece a Enrique Pinti: amanerado, verborrágico y gritón de unos setenta años y una señora casi de la misma edad con acento paraguayo y melena bien rubia. Primera impresión: lleno de señoras tiñiéndose, haciéndose el brugin y las manos. El olor a tintura casi me droga! Como se bancan ese olor horas ahi paveando?! Como se nota que son jubiladas... Bue...Me toca a mi. Quiero recortar un poco las puntas, conservando las capas para que me de volumen (hace años que me corto asi, pero del volumen ni noticias), le digo. Bien, aca empieza: me lava la cabeza, me sienta al sillón. revuelve, revuelve en busca no sé de que...Creo que hacía tiempo...Toma un peine, me peina bien el pelo, me lo junta con una mano, lo estira sobre la tapa de mi cráneo (se le dice corona, aunque no sea de la realeza), lo estira bien y le da un tijeretazo con la otra mano. Me lo peina, me lo seca bien estiradito, me muestra el largo a la vieja usanza, con el espejo redondo de mano enfrentado con el de frente y me pregunta si me gustaba. Si le dije, aunque no muy convencida por su accionar tan espiditivo. Bueno, serían $60.- me dice. Lo pagué y me fui para nunca más volver. Sesenta pesos por un tijeretazo?! La próxima me lo hago yo y me sale gratis...
Frente al edificio está el gimnasio del Club Italiano. Los dos primeros pisos lo consecionó un gimnasio donde hay montón de máquinas , cintas de correr, bicicletas, etc; pilates, y otras cosas y en el último piso las canchas del italiano. No hay día que no tengan actividad. Un domingo padecimos una corneta enagenante durante toda la tarde. De esas que usaban los de telemach, un programa de juegos aleman (mis contemporáneos sabran de que hablo)Pero ya nos acostumbramos a eso. Como también nos acostumbramos al tren. Una semana estuvieron cambiando las vías, nos pegamos un susto bárbaro, los ruidos parecían de película de terror.
Hay una especie de mito en este edificio: nadie viaja en el primer ascensor porque es "el de la basura". Si, es el de servicio. Te lleva a todos lados igual solo que no tiene los espejos. Pero, casi todos lo evitan porque ahi bajan las bolsas de basura de los pisos. Una vez me subí con un señor que se pasó nueve pisos diciendome que no me apoyara porque en ese bajan la basura. No salió del ascensor sin recordarme el pedido. Preo hay que ser nabo, si la basura la bajan embolsada! Cual es el tema! Estos porteños son raros...En el único momento que no elijo viajar en ese ascensor es por la mañana, porque aprovecho el espejo de los otros para terminar de arreglarme.
Al lado tengo un supermercado chico, está abierto todo lo que dura abierto el gimnasio (no son ningunos tontos estos chinos) y confluyen ahi una variedad de colectividades. Los chicos en la caja, obvio; el carnicero creo que boliviano y si no anda cerca y los de la verdulería con del alguna provincia que todavía no descubro bien. El hijito parece salido de un animé!...Hay que linda vecindad, hay que linda vencidad....
Bueno, hasta aquí llego hoy...Ya habrá más... Hasta la próxima, Daniela.