Pero un día se marchó...

Festejé el día de la bandera con la "canción del jacarandá" donde al este y al oeste llovían florcitas celestes; el día del maestro con esa "vaca estudiosa" que al final fue la única sabia de Humahuaca; el día de la tradición con una simpática "chacarera de los gatos", donde los michis, confundieron un concurso de baile con uno de belleza; he cantado al sol como la cigarra; toqué un violín imaginario con un delfín y un pez de platino fino fino; sentí el perfume de un hermoso jardín florecido para mi; até tira con tirita y ojal con botón; fui testigo de un grillo que lloraba por una chicharra entre Tucumán y Salta; tomé el té con terera de porcelana que no sé por qué no se ve. Leí que pasaba con el hitototamito (hipopotamito) con mi sobrina Juana en un "zoo loco". Regalé cuentos y canciones a niños de mi entorno. Y miles de recuerdos más que en estos días se me vinieron a la cabeza con nostalgia y tristeza al enterarme que María Elena se fué. Quizas a Paris a plancharse el caparazón, quizas a Tucumán a bailar el gato, quizas en un viejo tranvía que rueda todavía...No sé...No hubo año en el que mis alumnitos no cantasen alguna canción de ella. Las cantan con tanta energía y emoción como la canto yo que ya estoy grandecita. Todavía se me ponen los pelos de gallina cuando canto a esa luna que se baña en siuquiú o ese jardinero que es feliz...No le he encontrado contrincante a María Elena todavía. Sigo siendo su admiradora, intérprete y ferviente difusora de su obra. No me acostumbro a la idea que los chicos se pierdan tanta poesía y riqueza musical por escuchar a un dinosaurio fuscia que "vive en tu mente" o un sapo que salta hasta marearse...
Chau María Elena, no te olvidaré...
Hasta la próxima, Daniela.