viernes, 30 de enero de 2015

Crónicas patagónicas.

Hola amigos! Esta vez estuvimos pasando unos días por la patagonia argentina. Kilómetros y kilómetros de belleza e inmensidad. Para que decir que no nos queríamos volver! Podría describir y mostrar fotos de los paisajes y aún así me quedaría corta. Pero lo más lindo del encuentro con otros lugares y otra gente es lo que acontece.
Como en todo viaje laaaargooo, sucede de todo, como en botica. Para empezar, las diferencias con el GPS. El Gps es un elemento muy útil, solo si tenés en mente o al menos alguna idea de por donde ir previamente, porque sino, el muy guacho te manda por el camino más corto sin importar lo que tengas que atravesar en el medio. Tal es así que tomamos el famoso camino del desierto, que toma su nombre, al parecer, por el hecho histórico de la campaña al desierto, allá lejos y hace tiempo...Bien, en realidad todo el camino que une Buenos Aires con Río negro es desértico. No hay un alma, ni el famoso ombú! En algún momento de este desierto teníamos que empalmar con no sé que ruta, pero el maldito aparato nos "recomendó" uno camino de pedregoso y arenoso ripio. Siii, 60km de ripio al mejor estilo Dakar. Sol, calor y soledad. El camino no parecía terminar nunca... Resultado, perdimos casi hora y media de tiempo y el auto paso de negro azabache a color té con leche. Salimos de ese camino y tomamos una ruta asfaltada que costeaba un lago. Divino! Hasta que empezamos a escuchar un taca-taca, no muy feliz. Paramos en la única banquina del tramo. Todavía me acuerdo de la cara y el tono de Ro cuando me anuncia: Dani, pinchamos una goma...Esa pequeña frase después de 8hs de viaje, km y km de ripio, era la introducción a un relato de terror y mala pata. Tratamos de ponerle buena cara al mal tiempo, vaciamos el baúl para sacar la rueda y el diminuto gato para cambiar la rueda, mientras el fino polvillo que juntamos en el ripio se metía en el interior del auto. Ro cambió la rueda con una pericia digna de un fórmula uno. Puteando entre dientes metimos todo nuevamente en el auto y en silencio, ese silencio que todo lo dice, seguimos camino. Antes de entrar a Río Negro, control Zoofitosanitario. "Sr, abra el baúl", dice el controlador del SENASA, al ver la heladerita, pide que la abramos y reconociendo que había frutas. Unos hermosos duraznos y damascos, nos dice: no pueden pasar con esa fruta, porque esta es una provincia libre de moscas. EH?! , pensamos nosotros. Así que, se las comen acá o las dejan, termina diciendo. Estábamos a una hora del primer destino de parada, habíamos pasado hora y media por camino de violento ripio, pinchamos una goma y este tipo pretendía que nos tragásemos dos kilos de fruta! Más locos nos pusimos cuando dice" ahí mi compañero le cobra". Que me cobran?, le pregunto Rodrigo. La desinfección...Como la tierra que tenia el auto no era suficiente, ahora lo iban a rociar con no sé que por las moscas. Ay, mi dio!
Por suerte a tres cuadras del hotel, había un auto lavado de autos y Ro le metió agua hasta que no pudo más...
Al otro día salimos al segundo punto de parada, San Martín de los Andes. Lugar hermoso pero muy for export, caro, etc. De pasada almorzamos en Junín de los Andes, sobre la ruta. Un lugar cálido atendido por una familia. Cuando entramos había una mesa vacía pero con la comida servida, como a medio comer. Entonces preguntamos si estaba disponible, no dijeron que si y nos sentamos. Luego nos enteramos que una familia cordobeza se había ido sin pagar. Nos dio una bronca, porque la gente era muy amable, la comida riquísima y porque eso NO se hace! En cambio a la noche cenamos en San Martín. En un lugar muy concurrido y con linda ambientación. Esto nos hizo "entrar como caballos", porque nos llevamos el chasco del día. Pido wok de verduras y los zapallitos estaban helado. Ro pidió pollo a la mostaza y cuando termina de comerlo ve un  mosquito enmostazado en el plato. Al lado nuestro, se sientan dos familias. Una señora pide un vino. Se lo dan a probar a modo somelie y ella dice que está raro el sabor. La chica se lo lleva y al rato vuelve diciendo: "ya lo probamos entre todos y está bueno..."Y ahí el intercambio con la señora que le dice que siempre pide malbec y que ese no es el sabor del malbec. La moza, en lugar de cambiarlo insistía en dejarle en la mesa un vino que ya se habían bajado con el maitre, el copero, el lavaplatos, el adicionista y ella misma! Para cierre, en el tiquet ponían un sello que decía "el cobro de cubierto no implica la propina del personal" este sello, se habían encargado de redondearlo con lapicera. Que mal gusto, señores, después de comer tan mal y caro, y ver esa escena, pretendía una propina! No me sacas una moneda, querido!
A mi me gustaba escuchar las radios locales cuando agarraban señal. Me parecen re pintorescas. La gente comentando los sucesos del pueblo, el tipo de locutores, las publicidades. A la vuelta, saliendo de El Bolsón, sintonizamos un programa de variedades con un locutor masculino. En un momento presenta a un TODÓLOGO. Yo creí entender un podólogo y dije bueno, va a hacer recomendaciones sobre el pie de atleta o algo así, pero no era un todólogo, un tipo que habla de todo. Cosa que últimamente en este país abundan en diferentes escalas, no? Comienzan a reflexionar sobre el caso Nisman hasta que lo asemejan con el de Yabran. Los dos aparecieron con un tiro en la cabeza. Entonces el locutor seriamente reflexiona "que le pasará a esta gente por la cabeza?" A lo que el todólogo, literalmente, responde"un tiro, señor, un tiro, que va a ser?!" Bueno, ataja el locutor, dejando de lado las sutilezas, no? ... Morimos de risa cada vez que lo recordamos, fue genial, si lo hubiensen preparado no les salía...
Más tarde, por Río Negro, Cipoletti, agarramos otra radio donde el locutor dijo sin parar como veinte frases del estilo: "suavecito como sobaco de ángel", "arrugado como frenada de gusano", "pesado como sopa de anclas", "complicado como calzoncillo de pulpo" y otras más, a cual mejor...Ven cual es el atractivo de las radios locales?...
Les podría contar miles relacionadas con el manejo de montaña. Curvas, subidas , bajadas, caminos al filo de la nada con ripio. Pero todo valió la pena para llegar a bellezas paisajísticas incomparables. Estás en esos paisajes y te das cuanta lo pequeños que somos...
No dejen de viajar por el país, está lleno de lugares mágicos. Hasta la próxima, Daniela.

2 comentarios:

  1. para el libro 'crónicas de viaje'. algún día mi editorial te va a publicar todo esto.
    besos!
    alfonso

    ResponderEliminar