viernes, 26 de febrero de 2010

Crónica de medicina laboral

Hola amigos!
Esta semana me tocó ir a hacerme el examen de aptitud fisica a un centro de medicina laboral que me asignaron el colegio nuevo. Toda una experiencia...Para empezar tenía que llegar de Moron a facultad de medicina. Tren , subte, convinación y más subte. Cuando salgo a la calle, desorientada como siempre, (todavía no me acostumbro a salir a la superficie sin marearme, igual, me encanta viajar en subte) Me dispongo a cruzar porque veo los autos parados por el semáforo y cuando estoy en el medio de la calle se larga una orda de motos asesinas que casi me dejan como estampa en el pavimento. Asi de agitada llego al lugar. Mirá a la cámara de arriba , me dice la recepcionista. Imaginen lo favorecida que salí en esa fotito que pasaría a ilustrar la solucitud con la que, paso siguiente, circularía por todos los consultorios.
Ahí nomás, tenía que pasar al fondo del pasillo a dejar la orina de la mañana. Siii, viajé todo ese tramo con un frasco con mi orina en el bolso! Después asi, como si nada y todavía agitada tenía que bajar y esperar en el pasillo en la puerta de la izquierda. Cuando me hacen entrar me dicen que me van a hacer el electro. Nooo! Le avisé que venía corriendo de la calle, por las dudas, que salga algo mal. De brazos cruzados y sentada la cardióloga (o lo que fuere), me indicó: arremangate los pantalones, acostate en la camilla y levantate la remera. De repente me vi prendida con sopapas por todo el cuerpo enredada entre cables al mejor estilo rata de laboratorio. Tan rápido como entré salí. Subi la escalera y me volví a encontrar con el pibe que iba orientando el circuito: esperá en esa sala.
Mientras esperaba, seguía completando una planilla donde tenía que marcar que enfermedades tenía, operaciones, si me faltaba alguna parte del cuerpo,etc,etc,etc... "el que todavía no pasó por aca, paseme la hoja con la foto" , anuncian desde una puerta, se la alcancé y al rato me llamaron. Me dirigió un "hola" y casi una sonrisa y rápidamente me dijo: sacate el corpiño, dejate la remera y si tenés cadenitas al cuello, sacacatelas. Me volvió a llamar , por mi nombre porque no le salía mi apellido, parate aca, ponete las manos a la cintura, apoyate acá, respirá ondo y aguantá el aire hasta que yo te diga. Genial, ahora estaba estampada con brazos en jarro a la pared como mosquito aplastado con palmeta.
Vuelta a vestirse y esperar. Todavía no me sacaban sangre y estaba empezando a crujirme la panza. Después de esperar largo rato, me asomo al guía turistico del centro y le aviso que me falta que me saquen sangre. No le avisé que en minutos más le comería la mano, a pesar de ser vegetariana, del hambre que tenía. Enseguidita me tramitó la extracción. Bien! De vuelta a la recepción de entrada , tenía que esperar para pasar por el médico clínico. Como seguro me iba a llevar unos minutos, pelé mi sadwichito con queso y tomate que llevaba en el bolso (bien embolsado y lejos de la muestra de orina) y empecé a comerlo. Que alivio...
Me llama una doctora, por suerte me saluda. En cinco minutos, me miró la dentadura como si fuera un caballo de carreras, me hace mirar un panel con letras mientras me tapaba un ojo con la mano, me señaló con la lapicera que me tenía que bajar los pantalones hasta los tobillos ponerle de espadas, de frente; levantarme la remera para que tantease mi espalda, me hizo hacer unas monigoteadas con mis brazos y manos, y con un gesto presto sacó el sello de su bolsillo y firmó el apto.
Como me sentí? En unas horas me crei convertir en un budín en la linea de producción de la fábrica. Faltaba la cinta transportadora!
Gracias médicos laborales por hacernos sentir tan cómodos!!
Hasta pronto, Daniela

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